Semillas de chía- Salvia Hispánica (Lamiaceae) II
PROPIEDADES DE LAS SEMILLAS
DE CHIA: Tiene propiedades Alimenticias y Medicinales por sus contenidos en Acidos grasos esenciales (omega 3), Proteínas Vitaminas, Minerales, Fibra y antioxidantes.
1. Contenido de ácidos grasos esenciales (omega
3)
Los ácidos
grasos esenciales (AGE) están presentes en cada célula sana del cuerpo y su
escasez es crítico para el normal crecimiento y funcionalidad de células,
nervios y órganos y dado que nuestro metabolismo es incapaz de producirlo hay
que hacerlo en forma exógena es decir, con la alimentación o con suplementos
ricos en ellos. Estos aceites esenciales son los que el cuerpo necesita para
ayudar tanto a emulsificar como a absorber las vitaminas solubles en grasa (Vitaminas
A, D, E y K). Las deficiencias de AGE se relacionan con
enfermedades cardíacas, cáncer y diabetes.
Esta sintomatología incluye
la piel seca y descamada, pelo desvitalizado, uñas quebradizas,
fatiga, debilidad, infecciones recurrentes, alergias, alteraciones del humor,
hiperactividad, depresión, problemas de memoria y aprendizaje, lenta curación
de heridas, articulaciones dolorosas, digestiones lentas, tensión arterial
elevada, obesidad y colesterol alto.
Los
Ácidos Grasos Omega 3 reducen la tendencia de la formación de trombos ya que aumentan
el tiempo de coagulación, disminuyen la agregación plaquetaria, la viscosidad
sanguínea y el fibrinógeno y aumentan la deformabilidad eritrocitaria. También
desempeñan un papel fundamental en la mejoría de enfermedades cardiovasculares
como la arteriosclerosis, arritmias y de fenómenos inflamatorios como artritis
reumatoide y en general en la disminución de patologías crónicas, como por
ejemplo: el asma.
Actualmente, se disponen en
el mercado de cuatro fuentes de ácidos grasos (omega)ω-3. Las dos más
importantes en cuanto a su volumen de producción son las asociadas al pez “menhaden” (Brevoortia tyrannus) y la semilla de lino, mientras que las
restantes están constituidas por la
semilla de chía y las algas marinas. De estas cuatro materias primas, el
lino (Linnum usitatissimum L.) y la chía son los cultivos agrícolas que
presentan la mayor concentración de ácido α-linolénico (Ayerza, 1995; Oomah y
Kenasehuk, 1995; Coates y Ayerza, 1996). Las otras dos fuentes son de origen
marino y contienen principalmente DHA y EPA (ácidos docosahexanoico y
eicosapentanoico, respectivamente), ambos ácidos grasos ω-3 de cadena larga.
Cabe señalar que los aceites
de chía, lino y algas marinas -especies vegetales- se diferencian del obtenido
a partir del pez “menhaden”, especialmente en que este último contiene
cantidades apreciables de colesterol (521 mg/100g) (United States Department of
Agriculture, 2002). Los efectos benéficos del pescado han recibido mucha
atención, dado que la evidencia científica muestra que los ácidos grasos EPA y
DHA pueden incidir en la reducción del riesgo de ocurrencia de enfermedades
cardiovasculares (Song y col., 2000). No obstante, es necesario considerar que
dichos ácidos grasos se oxidan más rápidamente que los ácidos linoleico,
α-linolénico y araquidónico, originando productos de oxidación con implicancias
desde el punto de vista toxicológico (Freese y Mutanen, 1997).
Por otra parte, en lo que
respecta al enriquecimiento de alimentos con ácido graso ω-3, la chía presenta
la ventaja de no aportar el característico “olor a pescado” -lo que la
diferencia de las otras fuentes previamente mencionadas- y a su vez, presenta
un menor contenido de sodio (Ayerza y Coates, 2005).
El contenido de aceite
presente en la semilla es de alrededor de 33%, el cual presenta el mayor
porcentaje de ácido α-linolénico conocido hasta el momento (62 - 64%) (Ayerza,
1995) así como el tenor más elevado (82,3%) de ácidos grasos esenciales (ácidos
α-linolénico y linoleico), seguido por el cártamo, el lino y el girasol con 75,
72 y 67%, respectivamente. Los aceites de colza y de oliva presentan un alto
nivel de ácidos grasos insaturados (67 y 82%, respectivamente) debido al gran
contenido de ácido oleico aunque con un bajo tenor de ácidos grasos
poliinsaturados (27 y 11%, respectivamente).
En general, son importantes para
la respiración de órganos vitales y hacen más fácil que el oxígeno sea
transportado por el sistema sanguíneo a las células, tejidos y órganos. Además
ayudan a mantener la lubricación de las células y combinan con la proteína y el
colesterol para formar las membranas vivas que mantienen a las células juntas. Resultan
esenciales para la actividad glandular normal, especialmente para
el tiroides y la glándula adrenal. Nutren las células de la piel y son
esenciales para nervios y membranas mucosas saludables. Su función en nuestro
organismo es cooperar con la vitamina D para que el calcio esté
disponible en nuestros huesos, ayudando a la asimilación de fósforo y
estimulando la conversión de caroteno en vitamina A. También están relacionados
con una función normal del sistema reproductivo.
Resumiendo y tal
como indican numerosos estudios científicos la grasa omega 3 juega un papel
importante en la prevención de enfermedades cardiovasculares, mejorando la función cardíaca normal. También en el desarrollo y
mantenimiento de nuestro sistema nervioso, en la regulación de los
procesos inflamatorios aliviando la inflamación, artritis
y dolor de las articulaciones. Juegan un papel en la prevención de ciertos
tipos de cánceres, menor riesgo de sufrir muerte súbita,
en la disminución en el progreso de la degeneración macular, y en bajar los
niveles de colesterol (aumenta el colesterol HDL y reduce los
triglicéridos y el colesterol LDL), alergias, depresión,
problemas gastrointestinales, anemia, psoriasis,
falta de memoria entre otras disfunciones, y ayudan al sano
desarrollo durante el embarazo y al crecimiento infantil.
2. Contenido de Proteínas
La
semilla de chía presenta un contenido de proteínas
similar al de sésamo y un tenor de lípidos semejante al de lino y cártamo
(Elleuch y col., 2007; Bozan y Timelli, 2008; Ixtaina, 2010). Por otra parte,
cabe resaltar que la chía presenta un nivel de ambos componentes superior a los
de quinoa y amaranto (Ruales y Nair, 1992; Loubes y col., 2012). Su contenido de proteínas oscila entre 19 y 23% el cual es mayor
que el asociado a los cereales tradicionales tales como trigo, maíz, arroz,
avena y cebada (Ayerza y Coates, 2005), presentando como ventaja adicional el
no contener gluten, motivo por el cual ha sido aprobada por la Asociación
Celíaca Argentina como apta para su uso en pacientes celíacos y vegetarianos.
Las proteínas de chía presentan un adecuado perfil de aminoácidos esenciales. Entre ellos, puede
destacarse el contenido de lisina, así como los tenores de metionina y cistina
los cuales son mayores que los presentes en las proteínas de otras semillas
oleaginosas (Ting y col., 1990). Se ha demostrado que la chia puede
incorporarse a la dieta humana junto con otros granos a fin de producir un
balance de proteínas más equilibrado (Ayerza y Coates, 2011).
3. Contenido de Vitaminas
Es una
buena fuente de vitaminas B. Investigaciones recientes muestran que el bajo
nivel de vitamina B en sangre está asociado al aumento del riesgo de sufrir una
enfermedad cardiocoronaria fatal y apoplejía (American Heart Association,
1999). La comparación del contenido de vitaminas de la chía con respecto al de
otros cultivos tradicionales muestra que el nivel de niacina (vitamina B3) es
mayor que el presente en maíz, soja, arroz y cártamo, mientras que su tenor de
vitamina A es inferior al de maíz. Las concentraciones de tiamina (vitamina B1)
y de riboflavina (vitamina B2) son similares a las del arroz y el maíz, aunque
menores que las de soja y cártamo (Ayerza y Coates, 2005).
La carencia de estas vitaminas es uno de los factores que
incrementan el índice de homocisteina en sangre, la cual favorece la formación
de depósitos de placas en las paredes arteriales e incrementa el riesgo de
afecciones cardiovasculares y apoplejía.
CONTINUA III
CONTINUA III
Comentarios
Publicar un comentario