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LA CARTA QUE MERECIA UNA RESPUESTA



Sonó el teléfono y me asusté. Al otro lado dijo una voz emocionada:
-Laura, voy a enviarte una carta muy larga que te escribí, activa el fax.

Al escuchar que colgaron creí en una equivocación, en fracción de segundos reconocí la voz. Una corriente de frío atravesó mi cuerpo y envidié en ese momento a los que no saben leer. Activé el botón. Cuando empezó a rodar el papel identifiqué la letra desdibujada por el calor de la máquina; sin duda, confirmé la segunda oportunidad que dicen para tener algunos muertos. Con la carta tibia entre mis manos empecé a leer:

          “Llegué a la quinta avenida a las siete y treinta de la mañana para comprarte flores. El deseo del encuentro  me llevaba como autómata, no  oía el bullicio de la ciudad.  Vestía la chaqueta negra de cuero  que más te gustaba y me había quitado la barba. Mi intención era lograr que dijeras sí. De repente una turba corría despavorida y me empujaron, caían vidrios, el cielo se oscureció y sin entender nada quedé envuelto en un tumulto. Escuché sin precisión que había ocurrido un accidente aéreo en la ciudad. No supe cuánto tiempo pasó y lanzado por una fuerza inexplicable me tiré al suelo y algo estalló. Se desplomaron los  edificios gemelos más altos de la ciudad, me enteré después”.

Me sonrojé. Dejé de leer, suspiré sacando el aire ahogado en mi pecho, me latía el corazón y el estómago en forma acelerada. Sin poder contenerlo lloré, recordé que durante cuatro años lo busqué entre sus amigos y conocidos, hablé con su familia, requerí del apoyo de los organismos de seguridad, embajadas, medios de comunicación. Le seguí el rastro en sus documentos. En cada sitio dejé mis datos para que me informaran sobre su paradero. Tenía presente la última llamada diciéndome que desayunaríamos juntos y esperándolo oí la desgracia ocurrida en la ciudad. A pesar de no estar en su recorrido la quinta avenida, lo averigüé en las listas de desaparecidos de la catástrofe. Intenté romper la carta y me arrepentí:

          “Petrificado por los gritos, sangre y ambulancias seguí tendido en el suelo hasta que un militar tocó mi espalda y me dijo: arriba, súbase al vehículo. Me incorporé y ante mí un camión atestado de hombres de mi color con rasgos asiáticos. Pidió mi pasaporte y moviendo la cabeza dijo: - ¿así que es de dónde son los terroristas?, -señor, soy Iraní, le contesté-. Fui conducido a una oficina pequeña, tomaron datos y embarcado en un avión, despojado de celular, dinero y las flores que llevaba para ti quedaron en el camino”.

          Cada frase, cada palabra se fueron convirtiendo en puntillas afiladas en mi piel. Volvió a la memoria la lectura angustiosa de las listas de muertos, los tres años visitando morgues y oficinas de fiscales, los cerros de documentos guardados y fotos del desaparecido, las reuniones donde repetía los hechos disque como forma de hacer un duelo. Ese tiempo fue una muerte a pedacitos. Y justo cuando ya no pensaba en él, apareció esta carta. Salí hacía el baño y recostada contra el lavamanos la desdoble:

            “Aterrizamos en una isla. Con trabajos forzados transcurrió el tiempo de oscuridad y desesperanza. No les valió mi inocencia. Me comunicaba con el mar y con él te envié muchos mensajes. Pasaban las  Navidades y ahora estoy como refugiado en Trípoli. ¿Entenderás lo ocurrido? Quiero cumplir la cita y recuperarte. Llamaré si respondes mi carta”  La rompí con rabia, la suerte me estaba jugando una segunda mala pasada. Volví del baño, cerré la oficina y me fui.

UN AÑO DESPUÉS:
Querido Halil:
Doy respuesta a tu carta para decirte que lamento lo ocurrido. El sufrimiento no fue menor para mí. Viviría dichosa si el tiempo perdido quedara en el recuerdo y la posibilidad de nuestro encuentro resurgiera como brota el agua en las montañas. Comunícate conmigo, también me gustaría verte. Con amor, Laura”.

            Envié la carta, no sé si la recibió y si la leyó. Seguiré esperando porque mi CARTA TAMBIÉN MERECÍA UNA RESPUESTA.

Cuento escrito con motivo del desastre de las Torres Gemelas.

Comentarios

  1. Marta
    Te felicito tienes el don de mantener al lector hasta el final, tu escrito tiene suspenso tiene una descripcion muy clara, me gustó mucho nuevamente te felicito.Carmen Cecilia

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  2. Gracias, intento a diario mejorar la técnica y sobre todo me divierto haciéndolo. Los mejores consejeros son los lectores, un saludo especial, Marta

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