LIBRE ALBEDRIO
En memoria a PIA, MARIA PIEDAD OROZCO, en su tumba.
Hace seis meses la vi y supe que era la última. A pesar de su deterioro físico, pude confirmar la perfección de sus dientes y una sonrisa franca que sobresalía de su rostro demacrado. Y cuando le pregunté que cómo se sentía me dijo: “esperando la hora” y sonrió. Me contó sin reticencia el diagnóstico médico y su deseo de acabar con ese sufrimiento que la perseguía por los años de los años y no obstante hacer lo necesario para liberarse de él, su mal siguió ahí adherido a su piel. Su decisión racional, sin aspavientos y quejumbres, fue como ella vivió: A SU MANERA.
Esta noticia ha sido diferente de las demás. A pesar de lo dolorosa para Inés, María Fernanda, Nubia, su hermano, Regina y familiares allegados; del vacío, difícil de llenar, como dice la canción, que deja a Martha Luz, Magdalena, Víctor, Martha Ramírez, Fabiola y a todos los amigos que tuvimos la dicha de compartir con esta envidiable mujer algunos momentos de esparcimiento, diversión o trabajo, nos deja un espíritu fortalecido. Nos mostró la cara de la dignidad y altivez, sin dejar quebrarse, aún en los peores momentos mostró una sonrisa, decía tres palabras en forma de sátira y su interlocutor debía reír o sonrojarse. Y aprendimos a conocer su talante y a respetar sus principios. Muchas veces tuvimos que advertir: “que no lo sepa PIA”. Por esta razón su vida y muerte serán referencia de tenacidad y sosiego y la tristeza de su viaje deberá convertirse en motivo de exaltación de sus méritos.
Hoy estamos aquí (unos presentes, otros de corazón) para seguir al pie de la letra sus designios y hacer de sus cenizas un homenaje a la libertad y desperdigar su autoridad, a través de ellas, para que descanse en paz. Para los amigos un saludo de ánimo y para PIA, como dicen los marinos, BUEN VIENTO Y BUENA MAR.
Con cariño hasta el final mismo, desde Sincelejo Mayo 29 de 2011.
Hace seis meses la vi y supe que era la última. A pesar de su deterioro físico, pude confirmar la perfección de sus dientes y una sonrisa franca que sobresalía de su rostro demacrado. Y cuando le pregunté que cómo se sentía me dijo: “esperando la hora” y sonrió. Me contó sin reticencia el diagnóstico médico y su deseo de acabar con ese sufrimiento que la perseguía por los años de los años y no obstante hacer lo necesario para liberarse de él, su mal siguió ahí adherido a su piel. Su decisión racional, sin aspavientos y quejumbres, fue como ella vivió: A SU MANERA.
Esta noticia ha sido diferente de las demás. A pesar de lo dolorosa para Inés, María Fernanda, Nubia, su hermano, Regina y familiares allegados; del vacío, difícil de llenar, como dice la canción, que deja a Martha Luz, Magdalena, Víctor, Martha Ramírez, Fabiola y a todos los amigos que tuvimos la dicha de compartir con esta envidiable mujer algunos momentos de esparcimiento, diversión o trabajo, nos deja un espíritu fortalecido. Nos mostró la cara de la dignidad y altivez, sin dejar quebrarse, aún en los peores momentos mostró una sonrisa, decía tres palabras en forma de sátira y su interlocutor debía reír o sonrojarse. Y aprendimos a conocer su talante y a respetar sus principios. Muchas veces tuvimos que advertir: “que no lo sepa PIA”. Por esta razón su vida y muerte serán referencia de tenacidad y sosiego y la tristeza de su viaje deberá convertirse en motivo de exaltación de sus méritos.
Hoy estamos aquí (unos presentes, otros de corazón) para seguir al pie de la letra sus designios y hacer de sus cenizas un homenaje a la libertad y desperdigar su autoridad, a través de ellas, para que descanse en paz. Para los amigos un saludo de ánimo y para PIA, como dicen los marinos, BUEN VIENTO Y BUENA MAR.
Con cariño hasta el final mismo, desde Sincelejo Mayo 29 de 2011.
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