DENUNCIO LA INDEFENSION

Miércoles 9 de Septiembre

DENUNCIO LA INDEFENSION

Un miércoles cualquiera inicia con el POWER del computador. Suena la indicación que ha sido cargado el enrutador y la red inalámbrica está conectada. Se activan: el Messinger, el Skype y la Wradio. Después del gimnasio, baño, desayuno pasa al trabajo en casa. Se siente feliz, obvia trancones, evita los pitos, peatones, motos, el horario y el sol. Tararea canciones y degusta los comentarios acerca de las noticias del país. Los ventiladores agitan sus hélices, saltan los zancudos e inicia las conversaciones en la red.

No ha pasado una hora, cuando aparece un letrero fatal: “no puede mostrarse la página web”. Mueve cables, reinicia el equipo, hace los protocolos de ayuda y continúa el mensaje. Golpea la mesa, recorre cuartos, cocina, sala, dando tiempo a su restablecimiento, pasa un tiempo y hace la llamada.

Marca el número 8000 para reportar el daño, contesta una amable máquina que le informa sobre líneas ocupadas y la necesidad de esperar. Deja el auricular en altavoz y pasan 5, 10, 15 minutos y se repite el mensaje: “participe en la rifa de un carro, una moto o un televisor”, hasta que el aparato hace clic, ve disminuida la velocidad del ventilador y la pantalla del computador queda a oscuras. Han suspendido el fluido eléctrico. A esta catástrofe sobrevive el celular. Ahora debe reportar dos daños: el internet y la luz, intenta, es otra línea 8000, servicio al cliente; responde una voz más amable que la anterior: su teléfono no tiene activado el servicio 8000, llame al *300.
De inmediato marca, como única alternativa, es su operador privado desde hace años, casi podría decir, que tiene acciones en ellos, le escucharán, está convencido, después de varios intentos y repetir los mismo datos sobre que “para garantizar su seguridad esta llamada puede ser monitoriada o gravada”, la máquina dice que es imposible efectuar la comunicación porque su operador de internet, teléfono o televisión no tiene convenio con el de celular. Maldice. Se pregunta ¿porqué no se pondrán de acuerdo los tales operadores? Grita en voz alta. Llega al máximo su impaciencia, se le sube la presión arterial, manifiesta su deseo de decir a los gerentes que sus servicios son atrasados.

Suda, camina, se baña, se siente perseguido por los zancudos, no puede concentrarse en la lectura, está incomunicado, vencido. Recuerda que puede denunciar. Lo considera como un atentado al trabajo, a su tranquilidad; se le viene a la memoria el estado de derecho y llama por el celular a un teléfono fijo de larga distancia: Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios y allí de una forma cordial le piden, para recibirle la denuncia, enviar por fax una copia de la queja, junto con la copia de la respuesta dada por el operador que incumplió la prestación. Cuelga y se sienta.
A las tres de la tarde, se restablece el servicio eléctrico y el Internet; regresa la normalidad como si nada hubiera pasado.

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