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Mostrando entradas de octubre, 2009

AMANECER

Se retira la manta de encima. Busca sus manos. Piensa que en la noche las había dejado cruzadas en su tórax. Mira hacia abajo, el piso ha desaparecido. Intenta levantarse, no sabe si está de frente o de espaldas. Grita. Llega la mamá y le dice: Hijo utiliza los anteojos.

DE COMO SE REHACE UN ESCRITO

21 DE JULIO Al abrir la ventana, una ráfaga de aire agrio se coló por mi nariz. Observé las casas con los techos desvencijados y su quietud perturbada por el gorjeo de palomas cuyo acelerado caminar por encima, pronosticaban la destrucción. Me detuve unos segundos. Estornudé. Agarré la manija y cerré. Escogí el vestido amarillo, por aquello de la buena suerte y pasé a la ducha. Debía llegar a tiempo al Comité. Frente al espejo me di palmaditas en la cara. Abrí la llave y no encontré agua. Estornudé de nuevo. Hice lo indispensable y salí. La falta de agua en el cuerpo presagia malestar. Sé que el sudor de la noche se convierte en olor ácido en la mañana, al medio día en almizcle y por la tarde, huele a chivo. Llegué al salón. Ahí, sentada a la cabecera de la mesa, la directora, se abanicaba con una carpeta. Tomé asiento al otro extremo. Ella organizó documentos, recogió su cabellera y cruzó las manos dejando ver un anillo morado y sus uñas largas, pintadas de rojo. Interrumpió una alarm