REGRESO A CASA
También estoy de regreso a casa. Salí hace cuarenta años de un pueblo de menos de dos mil habitantes hacia la capital del país. Dejé el baúl por una maleta de fibra de vidrio. Cambié el calor costeño por una ciudad fría, el short por la minifalda , las trenzas o cola de caballo por el blower . M ás que la alegría de viajar en avión, estaba el deseo de estudiar una profesión, encontrar otra rutina de las tardes sin televisión, teléfono y luz eléctrica solo de 6 a 9 de la noche. Así mismo, no quería leer las noticias cada segundo día y enterarme de lo que ocurría, con un transistor grande que funcionaba con luz. En esa época el tiempo no tenía prisa. La información viajaba lenta y los sentimientos tenían efecto retardado. Para enterarme mi padre cumplía una cita cada 15 días en las oficinas de Telecom . El viajaba 2 horas, en una chiva de madera, el domingo, por una carretera sin pavimentar y con una lista escrita de eventos para que la emoción de oír la voz no le hiciera olvidar el